Una"venta corta" (short sale), es cuando un prestamista hipotecario se compromete a permitir al propietario de una casa venderla por menos del saldo de la hipoteca. Esto permite que el dueño de la casa pueda salir de la deuda de hipoteca sin tener que soportar los efectos negativos de una ejecución hipotecaria. En la mayoría de los casos, una venta al descubierto se lleva a cabo para evitar una ejecución hipotecaria.
En estos tiempos grises para el mercado inmobiliario, si se ha caído en una crisis económica y no se puede afrontar los pagos de la deuda, los expertos coinciden en que hay que hacer todo lo posible para evitar la ejecución hipotecaria, el proceso legal que puede iniciar la entidad crediticia a la tercera vez que no recibe el pago mensual.
El resultado inevitable de una ejecución hipotecaria es la pérdida de la vivienda. Además, el prestamista puede exigir que el dueño se haga cargo de los gastos por todos los procedimientos vinculados a la ejecución. Para colmo de males, el reporte de crédito entra en coma por unos 8 años, hasta que se logre 'limpiarlo', lo que suma a la ya desastrosa situación financiera la dificultad para obtener cualquier otro tipo de crédito.
"Por eso, en la medida de lo posible hay que evitarlo", explicó Dimitris Apostoloupolos, agente de bienes raíces de la firma Weichert que opera en los estados de Maryland y Virginia, y en Washington, DC.
Es el momento en el que aparece la venta rápida, como la opción anterior a la ejecución. Para Apostoloupolos, si la falta de dinero para los pagos es irremediable, hay que intentar hacer una venta rápida que, aunque también lesiona el crédito, lo hace usualmente en menos de 200 puntos, lo que permite 'limpiarlo' más rápido a la vez que se evita la 'marca negra' de la ejecución hipotecaria, en especial si se decide mantener las tarjetas de crédito o, eventualmente, buscar otro crédito.
Como explicó Sam Chapman, agente de Keller Williams Realty en Austin, Texas, la venta rápida implica poner la vivienda en el mercado "a un precio menor al de la deuda que se adquirió", para que -como el nombre del procedimiento lo indica- se logre vender la propiedad en menos que canta un gallo.
Sin embargo, lo paradójico es que la venta rápida suele ser muy, muy larga. "Lo más difícil es que el dueño logre que el banco o la entidad crediticia acepte el precio de la venta rápida. Muchas veces no lo aceptan y un proceso que puede llevar de tres a cinco semanas termina en nada", aseguró Chapman.
"Lo que se recomienda es que se considere esta opción al minuto que se sabe que se puede comenzar a fallar en los pagos. Porque cuanto más se espere y más deuda se acumule, más difícil será negociar con el banco o la entidad financiera", agregó.
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LUIS ANTONIO SAM, 4436221444, 165*501501*22