Quizás la etapa más difícil del hombre, sea la más apropiada para comenzar o para reforzar la sana costumbre de ahorrar. El adolescente encuentra todo aburrido, nadie le entiende, todo el mundo está en contra de él, así que nombrarle los beneficios del ahorro, o aún obligarlo a leer esta entrada no tiene ningún sentido.
Al adolescente hay que incentivarlo a ahorrar, no en función del futuro, el niño no comprende la noción de futuro, al adolescente le importa un pepino, tiene el tiempo suficiente para comerse la vida, aunque tampoco haga nada siempre por lograrlo.
Pero estimular el ahorro, con el propósito de obtener un fin, puede resultar algo interesante. Mi padre sabía esto y lo usaba conmigo, el que me conoce sabe que soy un amante de comprar ropa y que soy impulsivo a las compras, es por ello que mi papá me dijo un día si ahorras el 10% de lo que te ganas u obtienes te doy la mitad de lo que cuesta un polo o un pantalon.
No les quiero contar las veces que pasé hambre en el colegio, o las que me vine a pie desde el colegio en vez de tomar el autobús con el fin de recolectar esa otra mitad que me permitiría comprarme la ropa que yo quisiera. Mejor incentivo, imposible.
Por supuesto la vestimenta puede que no funcione con todos, pero lo que me refiero es que al adolescente hay que llegarle por incentivos, pero no perversos, sino que tengan un objetivo. El tío de uno de mis mejores amigos invitaba a sus sobrinos a trabajar en las vacaciones de diciembre, recuerdo que vendían helados, trabajaron pintando iglesias, escuelas, etc. y al final de diciembre les regalaba una cantidad de dinero pero abonado en su cuenta, para que la ahorraran, podían gastar lo que habían ganado trabajando, se lo merecían, pero mi tío les compensaba con ahorro, recuerdo que mi amiga guardaba la mitad, su hermano el menor como el 30% y el hermano mayor como el 10%, este es mi mejor amigo estabamos en la edad de la disco, salir a bailar etc. pero en el fondo todos ahorraban.
Cuando el hermano menor se casó compró su casa con el fruto del ahorro de esos años, como el siempre dice, “razón tenía el viejo”.
Un gran amigo, hoy en día músico en la sinfónica de Nueva York, siempre recuerda como paseando frente a una famosa tienda de música ubicada en cantuarias (por favor dejen de sacar cuentas para ver en qué año era), vio un violín bajado del cielo. 5 años ininterrumpidos trabajando todos los fines de semana en la biblioteca de la universidad le tomaría a mi amigo reunir el dinero necesario para comprarlo, obviamente ya no el mismo pero uno similar.
En todas estas anécdotas, éramos adolescentes, éramos jóvenes que buscábamos nuestro camino en la vida, hoy damos gracias a haber tenido personas a nuestro lado que de alguna manera nos sugirieron una opción de hacer cumplir nuestras metas.
Bueno muchachos, la cosa es que siempre haganle caso al viejo, que aunque no lo crean tiene razón! Hasta la próxima entrega.